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lunes, 28 de noviembre de 2016

Boca suena mejor cuando la voz cantante pasa por Tevez y Gago

Contra San Lorenzo, el equipo de Barros Schelotto contó con un par de jugadores que ganan partidos, capaces de influir positivamente en sus compañeros

La impecable definición de Benedetto en el 1-0

Había reconocido en la semana Guillermo Barros Schelotto la necesidad de ganar un partido importante, como lo es un clásico, porque deja huella. Y suBoca , últimamente, no podía presumir de ser un equipo especialista en ese tipo de desafíos. Hasta se llegó a sospechar exactamente lo contrario, que es demasiado tibio e inestable cuando la exigencia es mayor, en los momentos de más presión y responsabilidad.




Para triunfar en un encuentro importante puede hacer falta una producción a tono, relevante, que no fue el caso de Boca ayer. O tener futbolistas importantes, un capital del que sí dispuso. Boca contó en el Nuevo Gasómetro con un par de jugadores que ganan partidos, capaces de influir positivamente en el resto de sus compañeros y en el resultado.

Los hinchas de San Lorenzo , que no descargaron ningún reproche sobre el equipo por la reciente eliminación en la Copa Sudamericana, le recordaron a Boca, ni bien puso los pies sobre la cancha, todo el cancionero que refiere a su condición de "padre", una construcción que viene de la historia profunda del clásico y también de los últimos antecedentes, ya que no perdía desde 2012 (dirigía Falcioni al xeneize) y en cinco de los últimos seis cotejos habían terminado con festejo azulgrana.

Para espantar fantasmas y sugestiones, nada mejor que futbolistas con personalidad, de fuerte mentalidad y don de mando. En Boca, ayer reapareció Fernando Gago después de 217 días de inactividad por una segunda rotura del tendón de Aquiles, una lesión lo suficientemente grave como para desmoralizar a quien no lo mueve una buena dosis de confianza. No es el caso de Gago, que desde chico vive el fútbol con una intensidad que conserva a los 30 años.

Al considerar que estaba a punto tras algunos partidos en reserva y de verlo bien en las prácticas de la semana, el técnico de Boca le dio pista a Gago en un puesto en el que hay superpoblación, por el que ya pasaron Cubas, Sebastián Pérez, Wilmar Barrios, Bentancur, Jara. Peinado como un N° 5 a la antigua, despegado de los cortes de veinteañeros que se rapan por encima de las orejas y se dejan un jopo, Gago no olvidó por la larga inactividad los preceptos básicos de la función del volante central.

Pidió la pelota como es su costumbre, le rezongó a los compañeros que perdían la posición o no se la pasaban cuando se hacía el espacio para recibir libre, y dio pases seguros, que ayudaban a limpiar la salida. Gago contribuyó en lo que a Boca no le sobra: orden, manejo de los tiempos, serenidad. El mellizo valoró su regreso: "Gago nos da experiencia y calidad en su puesto. Con él, sube el rendimiento de los demás".

Gago también fue inteligente para manejar sus limitaciones. No está físicamente pleno como para romper líneas y meterse de lleno en campo rival. O liderar una presión alta. Para compensar la falta de despliegue apeló a su oficio y visión para ocupar espacios. Es probable que su cuerpo no estuviera para soportar los últimos 20 minutos de un partido que se hizo vertiginoso, con un San Lorenzo que se venía en malón y un Boca amenazante con el contraataque. Pero Barros Schelotto prefirió la cabeza de un Gago exhausto a las piernas frescas de un suplente que quizá se viera desbordado por la temperatura del clásico.

La importancia de Gago estuvo a la altura de la de Tevez , cuyo aporte personal ayer relativizó la preponderancia que a veces se les da a los esquemas. Con la inclusión de Gago, Boca alineó a tres volantes y a tres delanteros, con Benedetto en el centro del ataque. Con Pavón sobre la derecha, Tevez debería haberse recostado más sobre la izquierda, pero la realidad fue que dispuso de libertad para aparecer por donde se lo indicara su instinto. Entonces se vistió de enganche para filtrar una estupenda asistencia, que Benedetto definió con maestría, como para seguir convenciendo a aquellos que dudaban de que pudiera ser el N° 9 de Boca: aplicó el freno para hacer pasar de largo a un defensor y resolvió con una emboquillada exquisita. Marcó por tercer partido consecutivo y suma siete en el torneo. Boca tiene un centrodelantero fiable y certero si no fuera porque otra lesión muscular -seguramente un desgarro- lo marginará de los próximos partidos.

El clásico tuvo lesionados prematuros. Antes que Benedetto, cuando apenas se habían disputado dos minutos, se fue Coloccini con una dolencia muscular. Ingresó el juvenil Zalazar, que pagó su condición de novato en medio de una parada brava con una pelota corta que aprovechó Bou, el sustituto de Benedetto.

A Tevez le faltó mejor compañía, lo cual lo hizo notar en más de una oportunidad con gestos de desaprobación a compañeros imprecisos. Pavón, en el segundo tiempo, no terminó bien ninguna de las escapadas por la derecha, y el ímpetu de Bou tuvo la contracara de la escasa claridad.

Por Tevez, Boca pudo conseguir una victoria más holgada y evitar el sufrimiento hasta el final. Con otra magnífica asistencia puso a Pérez frente a Torrico, vencido por un remate que milagrosamente rechazó sobre la línea Caruzzo.

El cuello de botella que significó la triple competencia lo tiene un poco ahogado a San Lorenzo, que en diez días se quedó afuera de las copas Argentina y Sudamericana, y ayer no pudo dar el paso que lo hubiera ubicado a dos puntos de Estudiantes. Quizá le venga bien abocarse a un solo objetivo para que no quede como una fugacidad aquello de que era el que mejor jugaba. Hoy, solo Belluschi está a la altura de semejante distinción.

Boca sabía que la mejor manera de empezar a preparar los dos clásicos que se le vienen (Racing y River) era dando una buena respuesta contra San Lorenzo. El equipo todavía no suena fluido, pero se entona cuando la voz cantante pasa por Gago y Tevez.

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